Salida del antiguo lavadero de Tapia - en el barrio de San Martín -,
construcción característica del siglo XX con maderas y pizarras para su cubierta
y foso en torno a un amplio canal para lavar de pie.
Al otro lado del camino vemos el albergue de peregrinos y Represas, una de las
más hermosas vistas que en Tapia se pueden contemplar. En este lugar también se
encuentra El Castro, situado sobre el promontorio a poniente del ribeiro de
Represas. Este castro, también denominado "El Toxal", es el origen de Tapia como
núcleo de población.
Desde el mirador de Represas veremos los pintorescos islotes de A Pilara, Os
Castelíos y el Castelo Rapao.
Nos dirigimos en dirección a Salave, caminamos 200 metros y al final de la
cuesta nos desviamos por el sendero de pescadores hacia los acantilados, donde
podemos ir viendo la costa y las pequeñas calas, en esta zona hay varias
especies de aves protegidas.
Llegados al mirador de Cabo Cebes, podremos hacer una pequeña parada y
contemplar el magnífico paisaje que se nos presenta, antes de retomar la ruta
hasta adentrarnos en el monte Mirayos. Rodeados en todo momento por pinos
insignes, se nos conduce hasta el mirador de Campo Longo, desde el que se divisa
la entrada al puerto de Viavélez y una serie de acantilados de inolvidable
belleza.
Descenderemos por un camino, donde los árboles cubren la senda y llegamos a las
lagunas o minas de Silva, espacio minero fruto de ruina montíum, que ocupa más
de diez hectáreas de extensión y que, con respecto a la rasa, goza de
profundidades que superan los 20 metros.
Ruina montium: sistema de explotación minera utilizado por los romanos y
consistente en demoler porciones del yacimiento utilizando la presión del agua
al penetrar por galerías al efecto.
Algunos mogotes rocosos sobresalen de un fondo encharcado, poblado de plantas
acuáticas y orlado por árboles de ribera.
Desde el camino se pueden ver las bocaminas.
Subimos por un camino flanqueado de arboleda y llegamos al Cortaficio, seguimos
en dirección a Balmorto donde se localizan los restos del monasterio de San
Acisclo y San Salvador, fundado en el siglo X. En la ensenada de El Figo se
encuentran algunas evidencias del sistema defensivo del castro Castreda,
compuesto de dos zanjas de forma arqueada en los flancos oriental y meridional,
y una fuente de aguas que antiguamente se consideraban medicinales. En este
asentamiento castreño fueron hallados molinos de grano y monedas romanas. Unos
metros más en dirección a Tapia, y siguiendo siempre el Camín Veyo, nos
encontramos con el caserío de Mántaras y la capilla de San Antonio, fundada en
1660. Después de pasar la misma, seguiremos el Camino Real para llegar hasta el
barrio de San Martín de Tapia, donde se situó una de las iglesias de la villa
hasta el año 1892.
En este punto se puede dar la vuelta y regresar por el mismo camino hasta llegar
a Tapia.